LITERATURA


Comentario de una letrilla de Góngora: Ándeme yo caliente y ríase la gente.


LOCALIZACIÓN
Luis de Góngora nació en Córdoba en 1561 y murió en 1627. Su carrera eclesiástica se vio ensombrecida por su afición al juego. Simboliza los contrastes y tensiones del mundo barroco. Creador del culteranismo, que buscaba ante todo la belleza formal a través de la creación de un lenguaje brillante que se diferencie claramente del habla normal. Buena muestra de ello son sus obras diferenciadas en dos vertientes: lírica de corte realista y tono popular y sus poemas mayores: la Fábula de Píramo y Tisbe y las Soledades. Esta letrilla formaría parte de la producción poética de Góngora del grupo de composiciones en metros cortos de inspiración popular (letrillas y romances), donde combina recursos propios de la lírica popular con artificios propios del Barroco.

TEMA
El tema de esta letrilla es la burla del tópico clásico del “Beatus Ille” cuya fuente última era Horacio, que había versionado fray Luis de León en su obra “Oda a la vida retirada”.  Este tópico elogia la vida sencilla alejada de todo afán o preocupación. Se servirá para ello de un motivo tradicional como es el refrán “Ándeme yo caliente y ríase la gente” y la oposición con los placeres de la comida y la bebida.
Este poema es un burlesco canto hedonista en contraste con la reflexión pesimista sobre la vida del barroco.

ORGANIZACIÓN
En cuanto al contenido, lo singular de la letrilla es precisamente la conjunción entre lo tradicional y lo culto. El poeta toma un refrán popular y a partir de él desarrolla el poema de forma jocosa deformando un tópico de la literatura culta.
La estructura del poema se organiza en torno a los diversos motivos de este tópico, el Beatus ille, que el poeta satiriza. De manera que, tras el estribillo inicial, el primer apartado (veros 3 a 16) tiene como núcleo significativo el desprecio burlón del poder y del lujo. El poeta desprecia la pompa del poder y prefiere una vida humilde, apegada a los placeres sencillos.
En el segundo apartado se podrían integrar las dos siguientes series (versos 16 a 30), si entendemos también que la segunda, se antepone a la primera y la complementa. Prefiere estar entretenido ya salvo de los rigores del clima, y renuncia desdeñosamente a la ambición, el enriquecimiento o las grandes empresas en general.
En el tercer apartado, las dos últimas series (vv.31 a 44), ridiculiza el amor y lo cambia por los placeres de la mesa.

LENGUAJE Y ESTILO
En estos veros estamos muy lejos de la poesía culterana de Góngora. Esta letrilla destaca por todo lo contrario, por su sencillez expresiva. En el nivel léxico utiliza expresiones muy cotidianas como “morcilla, bellotas, mantequilla, castañas, …”, para elevar a ideal de vida la dorada mediocridad de lo cotidiano. La letrilla recoge perfectamente el espíritu de la poesía tradicional y lo revitalizad, como vemos en el empleo de giros y expresiones del lenguaje coloquial:  “el Rey que rabió” o “muy en hora buena””.
Sobresale también el uso de la metonimia, para marcar el contraste entre estas dos actitudes ante la vida: “morcilla, bellotas, mantequilla, castañas, …” siendo este modo de vida el mejor valorado en la letrilla.
En cuanto a las metáforas, estamos lejos del esplendor metafórico del Góngora característico en poemas de registro culto. Hay pocas metáforas y forman parte del apartado humorístico del poema. Así “el golfo” de su lagar, del cual mana el vino o la burlona equiparación del tálamo de los enamorados a la espada y, por supuesto, la hilarante transformación del pastel en Tisbe.
Encontramos la graciosa personificación según la cual gobiernan sus días “mantequillas y pan tierno”.
En definitiva, es un estilo en el que domina la sencillez y el gracejo, igual que en otros aspectos del texto, con lo cual se integra perfectamente en la tradición poética que pretende recrear.

Recordemos que la letrilla, básicamente, no era otra cosa que un villancico de tono satírico. El villancico era una forma estrófica derivada del zéjel, que había sido inventado en el siglo X por el poeta hispanomusulmán Mucáddamben Muafa.
La estructura métrica común a todos ellos, reducida a su esencia, consiste en concebir el poema como formado por un estribillo y un píe. En el pie es donde están la mudanza, la vuelta y la repetición del propio estribillo.

Teniendo todo esto en cuenta, esta es la disposición métrica de la letrilla de Góngora:

Ándeme yo caliente
y ríase la gente. (Estribillo)

Traten otros del gobierno
del mundo y sus monarquías,
mientras gobiernan mis días
mantequillas y pan tierno, (Cuatro versos de mudanza)
y las mañanas de invierno (Enlace)
naranjada y aguardiente, (Vuelta)
y ríase la gente, (Estribillo)
CONCLUSIÓN

Este poema es una buena muestra de los contrastes del Barroco. Góngora ha cogido un tema culto y lo ha pasado por el filtro de la poesía tradicional, dándonos de esta manera una propuesta provocadora. La chispa humorística salta por el choque entre los elementos populares y las alusiones más o menos grotescas a referentes mitológicos.

Comentario del poema de Quevedo

DEFINIENDO EL AMOR o Es hielo abrasador, es fuego helado 
Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida, que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado.

Es un descuido, que nos da cuidado,
un cobarde, con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado.

Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero paroxismo,
enfermedad que crece si es curada.

Éste es el niño Amor, éste es tu abismo:
mirad cuál amistad tendrá con nada,
el que en todo es contrario de sí mismo.


LOCALIZACIÓN
Este soneto fue escrito por Francisco de Quevedo, escritor del siglo XVII, considerado el mejor representante del conceptismo, movimiento poético del barroco español. Las paradojas de estos poemas están ya en la poesía italiana petrarquista del siglo XIV; y muchas de ellas en la poesía trovadoresca medieval. La crítica ha señalado que estos sonetos tienen mucho de ejercicio literario.

TEMA
El tema de este poema es el amor como un sentimiento contradictorio, te puede hacer muy feliz pero a la vez puedes sufrir, objetivo llevado a cabo a través de un sistema de opuestos que giran constantemente en torno a dicha ambigüedad. Todo el poema  es una gran enumeración de todas las cualidades del amor. Hay que recordar que el amor aparece muy a menudo en la literatura del siglo XVII como un sentimiento contradictorio que produce efectos opuestos y sensaciones de lucha.

Se nos presenta al amor como un sentimiento común a todo ser humano, inherente a él ("es un descuido que nos da cuidado", "es un soñado bien, un mal presente"); presenta la 1ª persona del plural, con la cual nos identificamos como parte del género humano. A pesar de ser común a todo ser humano, se trata de una experiencia peculiar en cada persona, vivida como si fuera única, y poetizada como tal. De ahí, la confusión psicológica y existencial que supone enamorarse ("un cobarde con nombre de valiente", "un andar solitario entre la gente". Aquí vemos también el  tema de la soledad, propio de la visión quevedesca del amor.

Este poema se sitúa en la vertiente amorosa de la obra de Quevedo: al petrarquismo heredado del Renacimiento, se le añade su concepción pesimista del mundo, donde el amor se convierte en la forma de vencer la muerte.


 ORGANIZACIÓN Y COMPOSICIÓN
Normalmente los sonetos clásicos dedican los dos cuartetos a la exposición poética del tema del poema y los dos tercetos a la conclusión. Pero en este poema, Quevedo expone su concepto del amor entre los dos cuartetos y el primer terceto, va enumerando distintas características del amor y deja el último terceto para la conclusión del poema, en la que se nos presenta en persona al amor  "éste es el niño", el angelito Cupido mitológico, pero sin olvidarse de cerrar el poema con otras paradojas, para advertirnos de las consecuencias de dejarse llevar por este sentimiento.

Francisco de Quevedo utiliza en este poema una serie de tópicos que siguen la tradición petrarquista, pero lo hace disminuyendo conforme van sucediéndose las estrofas. Así, en la primera incluye seis tópicos: el amor es hielo, fuego, herida, bien, mal, descanso; en la segunda, cuatro: un descuido, cobarde, andar y amar; en la tercera, dos: libertad y enfermedad y en la última el amor se convierte en abismo. Es una gradación de más a menos.

LENGUAJE Y ESTILO

 Destaca el dominio de la lengua, la precisión y fuerza expresiva en las imágenes para reflejar la profunda reflexión y la intensa pasión amorosa.

El lenguaje que emplea es conciso y natural. El tono del que hace uso es serio y grave ya que habla del amor.

Quevedo practica la agudeza de ingenio en uno de sus grados más eminentes, pues hace coincidir dos opuestos, sin anular por ello su oposición. La fusión de contrarios resalta la exacerbación del sufrimiento del yo lírico, rasgo fundamental en la composición del soneto.

Respecto a la métrica de este poema diremos que es un soneto, dos cuartetos y dos tercetos endecasílabos de rima consonante ABBA/ ABBA/ CDC/ DCD, es decir, soneto encadenado.

Respecto a las figuras retóricas que encontramos aquí, vemos que utiliza el paralelismo (es+sustantivo+adjetivo), la anáfora (varios versos comienzan con "es" y con "un"), con la anáfora se recuerda machaconamente la conexión con el amor, que se mantiene elíptico. Por lo tanto otro recurso utilizado es la elipsis del amor con los elementos con los que se lo relaciona y establece la identidad. Encontramos también un hipérbaton, ya que, como hemos dicho, no conocemos el sujeto hasta el duodécimo verso (este es el niño Amor).

Como mencionamos antes, el amor se identifica con imágenes metafóricas tópicas y antagónicas (el amor es hielo, fuego, herida, bien, mal, descanso...); encontramos los oxímoros y antítesis (hielo abrasador, fuego helado, descanso muy cansado, libertad encarcelada); podríamos hablar de que estas imágenes son claramente hiperbólicas. Aparecen muchos antónimos (bien, mal, cobarde, valiente...) y palabras que tienen el mismo lexema pero cuyo significado es diferente y antitético (descanso-cansado, descuido-cuidado…) También encontramos la metáfora del niño Amor que se refiere a Cupido o a Eros, el dios del amor, que en la mitología grecorromana se le representa como a un niño con los ojos vendados.

VALORACIÓN E INTERPRETACIÓN

Este poema refleja la maestría de Quevedo en el manejo de la lengua. En él hemos podido ver todos los rasgos del conceptismo: juegos de palabras, contrastes, dobles sentidos, antítesis, etc.




Comentario del Soneto XI de Garcilaso de la Vega


Hermosas ninfas, que, en el río metidas,
contentas habitáis en las moradas
de relucientes piedras fabricadas
y en columnas de vidrio sostenidas;


 agora estéis labrando embebecidas
o tejiendo las telas delicadas,
agora unas con otras apartadas
contándoos los amores y las vidas:

dejad un rato la labor, alzando
vuestras rubias cabezas a mirarme,
y no os detendréis mucho según ando,

que o no podréis de lástima escucharme,
o convertido en agua aquí llorando,
podréis allá despacio consolarme.

Este soneto XI es del poeta renacentista Garcilaso de la Vega del siglo XVI

Métrica Consta de catorce versos endecasílabos, con rima consonante y cuyo esquema métrico es: 11A 11B 11B 11A 11A 11B 11B 11A  11C 11D 11C 11D 11C 11D. Esta métrica es de influencia italiana.

Tema En este poema el poeta se dirige a las ninfas para que le presten atención y le consuelen. En los dos cuartetos se invoca a las ninfas y se describe qué es lo que hacen. En los dos cuartetos el poeta les pide atención para que les cuente el motivo de su tristeza. Este argumento nos muestra que el tema principal del poema es la tristeza del poeta por sus desdichas amorosas, en la línea de la melancolía petrarquista. Además  vemos el tema de la belleza femenina, para cuya descripción acuñó imágenes que se repetirán a lo largo de todo el siglo de Oro, como los cabellos rubios. También encontramos el tema de la naturaleza idealizada, que actúa como confidente de los sentimientos del poeta.

Estilo Vocabulario sencillo con el que consigue transmitirnos un intenso sentimiento doloroso, posiblemente por un desengaño amoroso. Lo vemos en el uso de sustantivos comunes (río, moradas, piedras, columnas, telas…). Los adjetivos muestran la belleza del paisaje que se nos describe: epítetos como (hermosas ninfas, relucientes piedras, rubias cabezas…).

El ritmo del verso es lento y contenido, como el fluir manso de las aguas del río; pero el ritmo se acelera en el comienzo del terceto con el imperativo (dejad).

Recursos literarios Garcilaso recurre a la mitología, elemento típico de la poesía del Renacimiento (las ninfas son hijas de Zeus y personifican la fuerza natural que preside la reproducción y la fecundidad de la naturaleza. Son hermosas y amantes de la danza y la música. Las ninfas del río se llamaban náyades).

Encontramos las figuras literarias siguientes: hipérbaton  “no podréis de lástima escucharme”12, hipérbole “convertido en agua aquí llorando” 13, antítesis “ o no podréis…o…podréis” 12 y 14, la anáfora “agora…” 5 y 7, el encabalgamiento “alzando vuestras rubias cabezas” 9 y 10 y la aliteración “dejad un rato la labor alzando” 9 y los epítetos nombrados antes.

Encontramos los tópicos renacentistas: el ideal estético renacentista, con la belleza integrada en la naturaleza armónica (locus amoenus).

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